Oficio de dudar
Se le enroscó a tal grado la duda en las pupilas que ya no creía ni lo que veía con sus propios ojos.
Jennie Ostrosky
Se le enroscó a tal grado la duda en el cerebro que vivió sin saber quién era.
Se le enroscó a tal grado la duda en la cabeza que dudaba de sus dudas.
Se le enroscó a tal grado la duda en las pupilas que poco a poco sus ojos se fueron volviendo dos grandes signos de interrogación.
Se le enroscó a tal grado la duda en la boca que solo hablaba para cuestionarse a sí mismo.
Se le enroscó a tal grado la duda en los pies que un día ya no pudo moverse.
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